viernes, 19 de junio de 2009

La música «colombiana» hoy

Como si fuera la vieja letra de un bambuco «se oye en la noche el lamento que lleva el viento» de algunos que en diferentes ambientes se quejan de que ya no se escucha la «música colombiana» (es decir, la música tradicional de la zona andina del país).

Pasando por alto el evidente abuso que es excluir a otras músicas populares del concepto de «colombianas», algunos cultores de los aires andinos (pasillo, bambuco, guabina, entre otros) insisten en culpar del evidente decaimiento de estos géneros a los medios de comunicación electrónicos (radio y televisión).

Resumiendo sus quejas diríamos que para ellos la pérdida de cuota de mercado de estos géneros se origina en la confabulación de los citados medios con la supuesta invasión de géneros «extranjeros»; complot que algunos ubican en diferentes fechas, comúnmente en los años 60 a 70 del siglo pasado. Es decir, hablamos en el mejor de los casos de ya largos 30 años de agonía.

Cargarle a la falta de difusión por radio y televisión los males que aquejan a estos géneros populares es un desconocimiento de lo que la historia y el mercado mismo nos muestran.


Para citar solo algunos ejemplos tendríamos que hablar de la presencia abundante en estos medios, entre los años 50, 60 y 70 del siglo pasado, de artistas como Obdulio y Julián (que dicho sea de paso grabaron poco porque no creían en la importancia del disco… pero esa es otra historia), Espinosa y Bedoya, El Dueto de Antaño (con su repertorio de «música extranjera», sobre todo tangos de comienzos del siglo 20, aunque los tradicionalistas tengan otra idea), esto en la región paisa.


Y qué decir de Garzón y Collazos, o Los Tolimenses, de la zona tolimense-opita, quienes junto con Jorge Villamil dominaron el mercado radial y discográfico de la década del 60. Y si miramos a Santander, no podemos ignorar a José A. Morales, que dejó en Sonolux —disquera de la que fue director artístico— más de 370 obras grabadas y ampliamente difundidas sobre todo por las emisoras de RCN. También artistas de esta casa disquera son los Hermanos Martínez.


En fin, la lista se haría muy larga si quisiéramos hacerla completa, pues faltan otros exitosos en ventas como Silva y Villaba, el infaltable Jaime Llano González y, por supuesto, el maestro Jorge Velosa y todas sus formaciones carrangueras, pero esto ya es historia de las últimas dos décadas del siglo pasado.

Estamos hablando de compositores e intérpretes que en su momento fueron no solo éxitos del mercado de Discos Fuentes, Codiscos y el ya mencionado Sonolux, sino que tuvieron presencia de primera línea en muchas emisoras y por supuesto, en los programas musicales de nuestros canales televisivos…

Pero claro, estamos hablando de los años 50, 60 y 70 del siglo pasado… estamos hablando de una industria cultural que evoluciona y cambia con el correr de los tiempos. Estamos hablando de décadas en las que estas músicas eran sinónimo de identidad nacional, de sentido de pertenencia. Y claro, estamos hablando de épocas en que la cumbia, el porro y luego el vallenato, eran denigrados en las emisoras del interior del país, casi como invasiones bárbaras.

Y claro, no menciono a las músicas del Chocó y el litoral pacífico del Valle del Cauca, Cauca y Nariño porque de esas no se oía hablar ni para denigrarlas. ¿Y qué decir de las músicas insulares, o del Amazonas y otras zonas de frontera selvática o del Llano? Como tampoco se menciona en este panorama a las versiones colombianas del corrido mexicano, del merengue, del son, el tango y otras variantes nacionalizadas de músicas populares del resto del continente americano a las que nunca se les reconocía carácter nacional y menos de constructoras de identidad, a pesar de ser las verdaderas músicas campesinas.

Hablamos de estas tres décadas porque ya en ellas podemos ver la constitución de un mercado y la presencia definitoria de los medios de comunicación en las industrias culturales y en los consumos masivos.

Acerca de la presencia cada vez más débil de estas músicas populares de la zona andina en el consumo masivo, cabe plantear varias hipótesis. Pero también cabe hacerlo mientras hablamos del surgimiento de presencias cada vez más significativas de las músicas del litoral pacífico, y claro, sobre la presencia arrolladora del vallenato y el fortalecimiento de otras músicas caribes en el gusto masivo, que para el efecto es también sinónimo de presencia en la radio y en la televisión.

Algo similar en la relación entre músicas andinas y caribes se dio en los años 40 con la entrada a ciudades típicamente andinas como Bogotá y Medellín de los ritmos asociados al porro y el evidente retroceso tanto en los medios radiales como en el gusto popular del bambuco y el pasillo. En esas pretéritas épocas el bambuco y el pasillo sobrevivieron, aunque maltrechas gracias al evidente apoyo oficial, tanto de las políticas culturales de la «república liberal» como de los sucesivos gobiernos conservadores de Mariano Ospina P., Laureano Gómez y Gustavo Rojas Pinilla. Músicas andinas, políticas culturales y teorías folcloristas que se aunaron para imponer al bambuco como «esencia» de la nacionalidad. Políticas que todavía tienen eco cuando abusivamente se siguen confundiendo en la mente y el corazón de muchos colombianos una cosa y la otra.

Así las cosas, no parece sostenerse la idea del complot de los medios de comunicación para explicar la baja cuota de mercado que los aires andinos tradicionales tienen. Si fuera por presencia en los medios, hace años que habrían desaparecido las músicas tradicionales de la región del Pacífico, o no habría surgido el vallenato con la fuerza que presenta hoy. En estos temas es claro que para bien y para mal, los medios de comunicación son seguidores del gusto popular, antes que moldeadores del mismo.

3 comentarios:

  1. Excelente diagnóstico, Gabriel. ¡Que la lloren Ochoíta y sus caminos de la vida!

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  2. Musica Colombiana?

    es demasiado exclusionista este término como se sigue manejando en los medios tradicionales.

    Yo parto del hecho de que cualquier expresion sonora que se haga en Colombia es música Colombiana.

    Si hablamos de que la modernidad ha intoxicado a nuestras raices, creo que vale la pena recordar de donde surgieron los ritmos que llamamos populares: EUROPA y su colonización cultural, AFRICA y su enorme riqueza nativa en lo artistico, INDIGENAS que son los que podríamos llamar LOS VERDADEROS MUSICOS AUTOCTONOS,.,., en fin,.,. todo este tema es cosa del comercio:

    las disqueras llenaron los oidos de nuestros progenitores y antepasados con esas músicas y la gente sigue creyendo que es "LA ORIGINAL".

    Yo me alegro que las expresiones artísticas en Colombia den cada día más y más muestras de cambio, revitalización y creatividad.

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  3. Hablar de música colombiana es involucrarse en los más de 1425 ritmos que tiene nuestro país; desafortunadamente, en lo personal, le hecho la culpa es al desconocimiento y una falta de politica de divulgación en la educación, niños y jóvenes conocedores de este mundo maravillosos de la música colombiana, se convierten en los primeros defensores y por su puesto multiplicadores de nuestra propia culltura sonora.

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